lunes, 21 de noviembre de 2011

Máxima indignación en Harvard: Los alumnos de la cátedra de Introducción a la Economía de la Universidad Harvard exigen nuevas perspectivas académicas.

http://starviewer.wordpress.com/2011/11/18/maxima-indignacion-en-harvard-los-alumnos-de-la-catedra-de-introduccion-a-la-economia-de-la-universidad-harvard-exigen-nuevas-perspectivas-academicas/
Una nueva indignación como causa de la situación que se vive en este momento a nivel mundial en la que destaca la crisis en el mercado. Con la protesta  se exige nuevas perspectivas en el mundo académico llamando la atención a los propios profesores que imparten conocimiento a los alumnos.
La protesta  se produce como resultado de lo que consideran “el vacío intelectual y la corrupción moral y económica de gran parte del mundo académico, cómplices por acción u omisión en la actual crisis económica”, y que nos han llevado a vivir esta situación, pero lo que se demanda es que “un estudio académico legítimo de la economía debe incluir una discusión crítica de las ventajas y los defectos de los diferentes modelos económicos”.
Hay que tener en cuenta que esto no es nuevo, estas protestas sobre la enseñanza superior ya se había llevado a cabo en otro momento y en otras situaciones tal y como se produjeron en Francia e Inglaterra. Y no es algo que se dio en dichos países únicamente, sino que es algo que se ha ido introduciendo profundamente en la enseñanza tanto aquí como en Francia, Inglaterra, Estados Unidos, y ¿Por qué no en más países?
La universidad ha pasado de formar profesionales con una capacidad de pensar por sí mismos, a formar personas que solo sirvan para satisfacer las demandas laborales en el mercado. La universidad debería formar estudiantes que puedan “poner en duda las cosas; no aceptar doctrinas, propias o ajenas, sin el riguroso escrutinio de la crítica negativa, sin dejar pasar inadvertidas falacias, incoherencias o confusiones; sobre todo, insistir en tener claro el significado de una palabra antes de usarla y el significado de una proposición antes de afirmarla……”
Así, Paulo Freire en su obra “La educación como práctica de la libertad” argumenta que la educación puede llegar a ser una vía de cambio, puede ser el camino que lleve a la libertad para excluidos y oprimidos, la educación es por tanto una herramienta para la libertad, para la formación de una ciudadanía.
Freire considera que los hombres deben dar sentido y concienciar  su propia existencia para poder ser en primer lugar personas, esto supone desarrollar una capacidad de contextualizar su existencia y la de sus semejantes generando concienciación y adaptación del ser humano a la realidad. Y si la enseñanza no es capaz de producir en las personas que forma, es más que evidente que existen unas dificultades en la enseñanza y en las universidades actuales que ha dado como resultado la fragmentación de conocimiento y de la ausencia de un pensamiento crítico. Esto no debería pasar desapercibido tanto por los estudiantes como por las instituciones universitarias y mucho menos en medio de esta situación que vivimos, todavía existe la posibilidad de tomar un nuevo rumbo, porque de ello depende el futuro de todos.

Democracia es más que votar.

La legitimidad está ligada a determinados valores y sobre todo a la Ética, si, la ética de cada uno de los ciudadanos, ya sea aquellos que dirigen o gestionan como aquellos que son los destinatarios de los servicios públicos ofertados por el Estado. Por ello, tenemos que tener muy en cuenta tanto los valores como la ética, porque la legitimidad no es el voto ya que los que votan son menos de los que no votan y eso ¿a dónde nos lleva? ¿Hasta qué punto el voto es legítimo sin participación?
Debería existir  un equilibrio entre democracia, bien público y eficiencia, y es a partir de esto que tenemos que ver cuál importante es la participación y la ética del ciudadano. Porque queremos calidad, eficiencia, satisfacciones, pero lo único que vemos es una situación que es calificada como crisis en la que se toman decisiones de gestión en las que no se tiene en cuenta el bien común, y este es otro punto importante: el bien común.
 No se tiene en cuenta los momentos de gestión, en lugar de ello se toman decisiones cuando no es el momento de hacer eso que se pretende gestionar. Lo que se debe hacer es ver más allá y eso es dar soluciones a los ciudadanos, algo que no se hace o no se tiene en cuenta.
Podemos ver que la fuente de legitimidad ha cambiado, ya no basta únicamente con una dimensión económica y de prestación social, por tanto, ya no estamos ante una crisis económica, sino también ante una crisis política, social y sobre todo ante una crisis de las relaciones entre sociedad y gobierno. Se ha producido una gran crisis de identidad en la que también han entrado en crisis los causes de legitimidad.
Ante esta situación se puede decir que la solución es una mejor política y no una menos política, hay que pasar de una democracia representativa a una democracia participativa, debemos volver al concepto de ciudadano propuesto por Aristóteles en la antigua Grecia, es ya una responsabilidad del ciudadano cambiar esta situación. Y eso está cambiando ya que la gente participa más y se implica más en la res publica. Se debe buscar una participación distinta porque lo que se ha venido produciendo es una crisis de la representación en donde aquellos que debían ver por el bien común, por los ciudadanos, se han dedicado y se dedican a ver por unos intereses particulares.
No hay que ir en contra de la política ni volver a un individualismo, sino que hay que participar por un futuro mejor, porque quien entiende mejor nuestras necesidades que nosotros mismo.