lunes, 21 de noviembre de 2011

Democracia es más que votar.

La legitimidad está ligada a determinados valores y sobre todo a la Ética, si, la ética de cada uno de los ciudadanos, ya sea aquellos que dirigen o gestionan como aquellos que son los destinatarios de los servicios públicos ofertados por el Estado. Por ello, tenemos que tener muy en cuenta tanto los valores como la ética, porque la legitimidad no es el voto ya que los que votan son menos de los que no votan y eso ¿a dónde nos lleva? ¿Hasta qué punto el voto es legítimo sin participación?
Debería existir  un equilibrio entre democracia, bien público y eficiencia, y es a partir de esto que tenemos que ver cuál importante es la participación y la ética del ciudadano. Porque queremos calidad, eficiencia, satisfacciones, pero lo único que vemos es una situación que es calificada como crisis en la que se toman decisiones de gestión en las que no se tiene en cuenta el bien común, y este es otro punto importante: el bien común.
 No se tiene en cuenta los momentos de gestión, en lugar de ello se toman decisiones cuando no es el momento de hacer eso que se pretende gestionar. Lo que se debe hacer es ver más allá y eso es dar soluciones a los ciudadanos, algo que no se hace o no se tiene en cuenta.
Podemos ver que la fuente de legitimidad ha cambiado, ya no basta únicamente con una dimensión económica y de prestación social, por tanto, ya no estamos ante una crisis económica, sino también ante una crisis política, social y sobre todo ante una crisis de las relaciones entre sociedad y gobierno. Se ha producido una gran crisis de identidad en la que también han entrado en crisis los causes de legitimidad.
Ante esta situación se puede decir que la solución es una mejor política y no una menos política, hay que pasar de una democracia representativa a una democracia participativa, debemos volver al concepto de ciudadano propuesto por Aristóteles en la antigua Grecia, es ya una responsabilidad del ciudadano cambiar esta situación. Y eso está cambiando ya que la gente participa más y se implica más en la res publica. Se debe buscar una participación distinta porque lo que se ha venido produciendo es una crisis de la representación en donde aquellos que debían ver por el bien común, por los ciudadanos, se han dedicado y se dedican a ver por unos intereses particulares.
No hay que ir en contra de la política ni volver a un individualismo, sino que hay que participar por un futuro mejor, porque quien entiende mejor nuestras necesidades que nosotros mismo.

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